“La educación debe ser Política de Estado, lejos de los intereses político partidarios y más lejos aún del afán de lucro.”
Al igual que a ustedes, nos preocupan los signos de desajuste en el modelo de educación imperante: baja tasa de confianza derivada de abusos manifiestos, incumplimiento de la ley que prohíbe el lucro, escasa capacidad de supervisión y control, imposibilidad de garantizar a las personas derechos y calidad de las ofertas académicas, entre otras fallas de un sistema altamente desregulado.
También es preocupante la escasa permanencia de nuestras autoridades nacionales en materia de educación. En los últimos cuatro Gobiernos hemos tenido a lo menos tres Ministros de Educación por cada uno. Esa sola debilidad afecta seriamente la continuidad de las políticas públicas para el sector, la seriedad y profundidad de las reformas necesarias, la persistencia del país hacia objetivos y sueños comunes en educación, ciencia y tecnología.
Percibimos que la educación se ha ido convirtiendo en un campo de batalla donde se busca imponer antes que consensuar, en un espacio de ensayo y error para la consolidación de modelos de sociedad alejados del anhelo ciudadano.
La educación debe ser Política de Estado y por ello, lo más alejada de la contingencia político-partidaria con sus fuertes exigencias de corto plazo y, más alejada aún, de los intereses subalternos derivados de entender la educación como un negocio común y corriente en busca de lucro, por legítimo que este pueda ser en otras actividades. Pero en educación el afán de lucro desvía del foco principal de atención que es el proyecto educativo.
La educación es la pieza clave para el desarrollo de los pueblos asegurando con ella movilidad, inclusión, integración social y mayor calidad de vida para las personas. También pensamos que educación es la clave para fortalecer la competitividad de los territorios, llevando nuestra economía desde la actual basada en materias primas hacia una intensiva en conocimiento. No hay tal contradicción, no hay tal oposición entre este par de fuerzas: educación y economía.
Los grandes desafíos del país siguen pendientes en materia de educación superior: fortalecimiento de la Educación Pública y de las Universidades del Estado; institucionalidad y mayores recursos para Ciencia y Tecnología; Acreditación y Aseguramiento de la calidad obligatorios y validados internacionalmente; Financiamiento de a lo menos el promedio de los países de la OECD; Eficiencia y Eficacia en la oportunidad de distribución de los recursos asignados a las universidades en el presupuesto nacional; Fortalecimiento en calidad y cantidad de la formación en postgrado; Acelerar la internacionalización.
Nos parece que llegó la hora de cambiar porque desde hace ya muchos años estamos asumiendo los desafíos con muchas ganas; pero en forma dispersa, lejos aún de un abordaje sistémico y sin la orientación desde una Política de Estado ampliamente compartida.
Para tener un Chile que sea más CHILE para todos, debemos enfocar el desafío de la educación en forma sistémica y abordarla orientados con sentido de misión país, visión estratégica y valores compartidos.