En el proceso de reformas que hoy vivimos tenemos ya primeros resultados: dos nuevas universidades públicas que facilitarán el acceso de las personas en regiones no cubiertas y el inicio de la gratuidad. En el periodo de matrícula de enero pudimos ver la sorpresa y sentir la emoción de los padres y sus hijos al responderles que no pagarían matrícula y que no pagarían arancel mensual. Para nosotros es eso lo fundamental, no es un asunto ideológico, para nosotros es la eliminación de la barrera del dinero frente al talento, es aquello que le sirve a Chile, a las personas y para colocar más manos en la tarea del desarrollo.
La gratuidad fue una decisión de la Sociedad Chilena, implementada a través del Estado, y coloca en el centro de la educación superior el rol de las políticas públicas como igualadoras de oportunidades. Ahora necesitamos consolidarla, no está garantizada.
Entendemos que hay desafíos, entendemos que el escenario actual de la economía y de las relaciones entre líderes políticos no pasa por el mejor momento; pero entendemos también que en un marco de reformas naturalmente hay tensiones. Es normal que frente a la búsqueda de cambios de fondo haya posiciones distintas, estrategias y tácticas distintas, caminos distintos e incertidumbre, aunque todos ya sabemos que hay consenso mayoritario y que la discusión es cómo se hacen y con quienes se hacen las reformas que el país necesita.
Sin embargo, las tensiones artificiosas y cortoplacistas en diversos ámbitos y la explotación utilitaria de aquello, junto a las malas prácticas, están afectando la convivencia y el clima país. Nos preguntamos al respecto si estamos haciendo todo lo que nos demanda el horizonte de desarrollo al cual aspiramos. Sólo sabemos aquello que la historia nos enseña, esa misma historia nacional y local que estando allí no la vemos quizás porque los intereses inmediatos lo impiden. Sabemos que nuestro gran problema en la ruta al desarrollo radica en la falta de articulación hacia objetivos comunes, sabemos que hemos perdido oportunidades de mejor calidad vida por déficit de comportamiento y responsabilidad social de los actores, así fue en 1891, así fue en 1973.
En cambio necesitamos una mirada más larga, necesitamos imaginar a los que vendrán, con esas mayores oportunidades, con esos mayores derechos sociales que permitan esa anhelada mejor calidad de vida. Porque sabemos que sólo podemos hacer realidad lo que imaginamos, nos gusta imaginar un futuro posible impulsado por la educación y la cultura, por la calidad de la docencia, por los mundos que auscultamos y descubrimos mediante investigación y por la difusión de todo aquello a través de la extensión hacia la comunidad local, regional y nacional.
Para tener un Chile que sea más CHILE para todos, resulta esencial que nos pongamos a la altura de las soluciones que el país demanda para el corto, mediano y largo plazos.
Dr. Héctor Guillermo Gaete Feres, Rector U del Bío- B